Somnolencia

Hay algunas veces, más de las que creemos los seres humanos o al menos más de lo que podemos percibir, la vida se despliega en sus múltiples formas. Sí, exacto, variaciones en su estructura. Ya estoy viendo sus caras ante mi enunciación, sí; se enfurruñarán mientras piensan que la vida solo tiene una silueta, que está ya sujeta a unas condiciones concretas. Estos que ponen cara de extrañeza son los mismos que creen que un triángulo sólo se da en la forma abstracta y matemática de triángulo y no bajo cualquier otra forma, por ejemplo en un cuadrado o en una mesa. Al mismo tiempo también yerran aquellos que piensan que una flor solo se da en sus condiciones corpóreas: con tallo, pétalos, piscilo y estambre, y no bajo cualquier forma. Aquí somos capaces de aceptar que la forma olorosa de una flor es una flor en su totalidad, igual que en su evocación en una conversación.

Y para que me entiendan todos estos hombres ceñudos con mi discurso diré que la vida tiene sus propias “trampas” y que ella misma nos imbuye en un juego que es harto interesante. La vida, sí, para que ustedes los malhumorados lo entiendan, tiene “ilusiones”, momentos en los que uno duda si está viviendo lo vivido o si está durmiendo mientras tanto. Lo más divertido de todo es que ese engaño del que ustedes hablan nunca acabará por saldarse.

A partir de aquí, como bien ha enunciado uno de vosotros, podemos distinguir dos principales posturas filosóficas: la de aquellos que quieren ir más allá y distinguir a toda costa cuándo es vigilia y cuándo es sueño y esos otros que no pretenden discernir entre los dos. Ustedes, que en su mayoría se han considerado siempre parte de este primer grupo, se han caracterizado en intentar hacer pruebas que van de las más simples hasta investigaciones más elaboradas. Ustedes empezaron a ordenarse despertar, gritaban en mitad de la calle cuando dudaban (porque dudan, sabemos que dudan…); berraban: ¡Despiértate! (lo que desde los ojos de un observador ustedes parecen completamente ridículos). Pero no sólo han hecho eso. A esa idea de querer controlar todo lo que pasa, sí, controlar lo que sucede en sus cabezas, en su ciudad, en la cabeza de sus mujeres y en la de sus hijos, se le añade otras tantas pruebas bastantes absurdas como pegarse tortas para despertar o autolesionarse con fuego u objetos punzantes. En definitiva, pamplinas. Siendo todo esto algo sin sentido ya que en un sueño pueden también sentir dolor, miedo y horror… Pero bueno, dejemos los argumentos para rebatir; no sirve de nada si aquellos con los que hablas ya están convencidos.

En cambio, en ese segundo grupo, como ya hemos anunciado, no existe esa distinción. Afirman rotundamente que la vida y el sueño son intercambiables. Cuando sueñas también vives y experimentas algo que nunca fuiste capaz de vivir; incluso conoces a gente nueva, estás en sitios nuevos. Este grupo, del que yo me considero partícipe, defiende que aquello que uno siente y experimenta no tiene ninguna forma diferente sea en vida o en sueño; de hecho, llegamos a tal radicalidad que ya no haremos más la distinción y hablaremos solo de experiencias y sentimientos sin juzgar si fueron sueños o no. Sí, sé lo que están pensando, he traído algunas pruebas, hemos intentando demostrar empíricamente (intentando jugar vuestro juego) que no hay tal diferencia. Y tengo una lista de ejemplos, de vidas en las que no sabemos si fueron vidas o sueños. Voy a enumerarlos rápidamente:

1. Martín Rubiales, 59 años, fingió durante años su muerte engañando hasta a su familia para que su mujer pudiera cobrar la pensión de viudedad y alimentar a toda su familia, se reinventó una nueva vida, una vida que no quería vivir para que su familia pudiera estar tranquila y vivir sobradamente sin pasar penas.

2. Viviana Soler, 43 años, soñó que viajaba a Roma tras un chute de somníferos para evitar su miedo a los aviones, un vuelo entre Madrid y Caracas, su avión nunca llegó, se estrelló en mitad del Atlántico, ella sigue soñando que viaja a Roma.

3. Miguel García, 7 años, llora en su cuarto porque se ha peleado con su hermano, es la víspera de Reyes y cree que los magos lo han visto, cree que de su buen o mal comportamiento depende que le traigan ese nuevo juguete que tanto desea, cree que las lágrimas lo salvarán.

4. La familia Peña compuesta por Ana de 55 años, Julián de 60, Leticia de 12 y el pequeño Luis de 6 años han conseguido reunir el dinero suficiente para realizar un crucero por los fiordos nórdicos, al entrar en el barco se ven envuelto en un ambiente majestuoso propio de monarcas, tras una semana comiendo en abundancia y bebiendo con todo pagado y visitando pequeñas ciudades del norte de Europa regresan a casa y juzgan que la vida que tenían en los fiordos nórdicos era más verdadera que la que tienen cotidianamente y cada verano rememoran el viaje con videos y fotos.

5. Elisa Trigueros, 26 años, soñó que estaba soñando al mismo tiempo y ese sueño era un sueño a su vez en el que se despertaba pero era en sí mismo un sueño, al final, en una de esos despertares se levantó, se vistió y fue al trabajo.

6. Francisco Cerecilla, 21 años, creyente de las adivinaciones y los conjuros quiso saber qué sería de él en el futuro, el vidente entre balbuceos y frases panegíricas consiguió sacarle que acabaría con una chica mayor que él, que estaría con ella y luego la dejaría; Francisco efectivamente al tiempo encontró a María Cerezal, de 27 años, estuvieron un año pero Francisco nunca supo si la dejó porque el vidente lo adivino o porque le condicionaron sus palabras, e incluso se planteó la posibilidad de que María estuviese contratada por el vidente para cumplir su profecía.

7. Al mismo tiempo María Cerezal soñó en 2003 que vivía en París, en el 194 Avenue Vincent Auriol en el 13º arrondissement compartiendo piso con un italiano que se llamaba Matías y actualmente vive en París en el 194 Avenue Vincent Auriol en el 13º arrondissement compartiendo piso con un italiano que se llama Matías; cuando se dio cuenta creyó que estaba soñando otra vez y que se trataba de uno de estos sueños que se repiten a lo largo de tu vida.

8. Eduardo Pérez, muerto a finales del siglo XX, sueña que delante de un jurado bastante estricto y contrario a su corriente de pensamiento, tiene que demostrar que no hay diferencia entre sueño y vigilia y para ello elabora una lista de ejemplos y vivencias en las que presenta a diferentes sujetos que han tenido una vida soñada o un sueño vivido.

Eduardo Pérez

 

Imagen de Miriam García-abad Rodríguez

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